Juan tenía un diamante de valía,
y por saber querer lo que tenía
la química estudió, y ebrio, anhelante,
analizó el diamante.
Mas ¡oh! ¡que horror! Aquella joya bella,
lágrima, al parecer, de alguna estrella,
halló con rabia y con profundo encono
que era sólo un trocito de carbono...
Moraleja: Si quieres ser feliz, como dices
¡no analices, muchacho, no analices!
José María Bartrina
No hay comentarios:
Publicar un comentario