sábado, 17 de enero de 2009

El Infante Arnaldos




¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!
Andando a buscar la caza
para su halcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;
las velas trae de sedas,
la jarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.
Marinero que la guía,
diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;
los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
«Por tu vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.»
Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
«Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.»

-Anónimo s.XVI?.

De éste romancero hay cuantiosas versiones, reproduzco las dos que conozco de niña.


¡ Quién hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan !
Andando a buscar la caza
para su halcón cebar,
vio venir una galera
que venía en alta mar;
las áncoras tiene de oro,
las velas de un cendal;
marinero que la guía,
va diciendo este cantar:
- Galera, la mi galera,
Dios te me guarde de mal,
de los peligros del mundo,
de fortunas de la mar,
de los golfos de León
y estrecho de Gibraltar,
de las fustas de los moros
que andaban a saltear.
Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
- Por tu vida, el marinero,
digasme ora ese cantar.
- Quien mi cantar quiere oír
en mi galera ha de entrar.
Tiró la barca el navío
y el infante fue a embarcar;
alzan velas, caen remos,
comienzan a navegar;
con el ruido del agua
el sueño le vencío ya.
Pónenle los marineros
los hierros de cautivar;
a los golpes del martillo,
el infante fue a acordar.
- Por tu vida, el buen marino,
no me quieras hacer mal:
hijo soy del rey de Francia,
nieto del de Portugal;
siete años había, siete,
que fui perdido en la mar.
Allí le habló el marinero:
- Si tú me dices verdad,
tú eres nuestro infante Arnaldos
y a ti andamos a buscar.
Alzó velas el navío
y se van a su ciudad.
Torneos y más torneos,
que el conde pareció ya.


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